Ante las generosas muestras de solidaridad que he recibido sólo puedo escribir esta palabra que resume una emoción profunda: muchas gracias. Aquí seguimos y aquí seguiremos. No tenemos ni queremos otro camino, porque éste es el que elegimos desde nuestra ya lejana juventud.
Este años cumplo medio siglo de ejercer este oficio en Quintana Roo, mi tierra y mi destino, mi hogar, mi patria chica, el solar de mis sueños, la cuna de mi hijo, el sol que siempre me acompaña. Aquí están mis mejores amigos y amigas. Aquí viven los amores de mi vida. No concibo otra vida mejor que la de aquí. Quintana Roo es ancla y es vuelo. Aquí se formaron mis afanes de periodista. Aquí publiqué mis primeros escritos. A esta noble casa le debo mi felicidad. Aquí están los años que debo contar. La historia que debo escribir. Los retazos del alma que debo reconstruir. Las palabras en español y en maya que cubren mi recuerdo. Las crónicas de sus luchas y de sus tragedias. Aquí estamos y aquí estaremos. Así lo decidí desde siempre.
Gracias a mis amigas y amigos. A las personas que me han compartido sus palabras de aliento y de solidaridad. Gracias.
EL CANCÚN QUE DEBEMOS CUIDAR
La ciudad que perdimos –por apatía, con complacencia, por falta de visión- fue la que cayó en manos de una facción depredadora que la hipoteca, y que degrada su entorno en aras de beneficiar a unos cuantos.
La ciudad que perdimos hay que salir a buscarla. Hay que recuperarla. Hay que rescatarla. La gente, la ciudadanía, los habitantes de esta ciudad son quienes tienen la responsabilidad de recuperarla. Todavía es tiempo, a pesar de todo.
La ciudad que perdimos es aquella que todos recuerdan, es la que se fundó hace casi cinco décadas entre la selva y el mar, rellenando pantanos y abriendo brechas a punta de machete. Es la ciudad de los viejos sueños, la ciudad-familia, la ciudad-justa, es decir, la ciudad acogedora, digna y altiva que ahora ya no es.
En todos los ámbitos sociales existe un sentimiento de impotencia, de desolación y de vergüenza por lo que sucede en nuestra ciudad.
Esta ciudad, que es cuna del proyecto más importante del país en materia turística y urbana, tiene en la frente el signo de la desesperanza.
La ciudad que perdimos es la que todos soñamos tener.
Pero hay que recuperarla. Todavía es tiempo. De lo contrario, no habrá otra oportunidad. Y todos nos arrepentiremos.
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