Jorge González Durán.- La bisutería y los políticos
La política no es una ciencia exacta. Tampoco es un arte, como algunos soberbios pregonan. Es más bien una actividad de artesanía barroca. Está vinculada de alguna manera a la carpintería rústica. No está hecha por manos aptas para moldear el barro, sino para golpear maderas duras, también llamadas tropicales.
La política no es asunto de orfebres. No fabrican filigranas, sino son hacedores de joyas de bisutería; no trabajan con oro ni plata, sino con metales sin valor. Los políticos tienen que ser expertos en vender bagatelas, en cambiar cuentas de vidrio por oro; tienen que ser oficiantes del doble discurso y la doble moral. Si no, no sirven.
Los políticos tienen que mentir, tienen que ser insolentes; la soberbia en ellos no es un defecto sino una distinción.
Esto así ha sido y así será, por los siglos de los siglos. Porque estamos hablando de poder. Y los asuntos relativos al poder son demoníacos. O están, en todo caso, tocados por el diablo.
La política no es ciencia, es –si acaso– alquimia, cuya base doctrinaria está basada en la piedra filosofal. ¿Qué es? La Wikipedia nos brinda esta definición: “La piedra filosofal, es una sustancia alquímica legendaria que se dice que es capaz de convertir los metales bases tales como el plomo en oro o plata. Ocasionalmente, también se creía ser un útil para el rejuvenecimiento y, posiblemente, para el logro de la inmortalidad”.
Algunos políticos creen haber encontrado la piedra filosofal y, por ello, se creen inmortales.
La política no tiene virtudes artísticas. Es, en todo caso, un arte menor relacionado con la gastronomía. Con todo lo que se pueda tocar, oler, degustar.
Muchos políticos admiran a los merolicos porque éstos son capaces de vender pomadas insensatas contra la calvicie y para la eterna juventud como verdaderas obras de milagrería. Hoy, el desprestigio de los políticos los imposibilita para vender nada. Ya nadie les cree. Nadie les compraría ni un billete de lotería. Menos un billete de lotería.
Ahora que los partidos con registro, que son una verdadera carga para la ciudadanía, han dado a conocer a sus candidatos y candidatas, vemos con tristeza que eligieron con paciencia a las personas menos aptas para el desempeño legislativo.
En todos los partidos se premió la lealtad por encima de las competencias y aptitudes. En el PRD está la mejor demostración. Los “Chuchos” optaron por incondicionales, aunque se queden sin votos. Ese es el panorama.