La mayoría de los diputados no ha sabido cómo revertir la mala imagen. En contraposición a lo reclamado por los ciudadanos en torno a la austeridad, la franqueza y el “cara a cara”, algunos optaron por lucirse en actos masivos durante sus primeros informes. La vanidad fue la tónica en quienes, paradójicamente, juran abanderar a ese oficialismo que pregona lo contrario.
La panista Mayuli Martínez Simón realizó su presentación en el parque capitalino Hábitat 1, donde aseguró que impulsó como pocas el sistema anticorrupción y la reforma política. El de la legisladora del distrito XV fue un derroche innecesario, como también el de su correligionaria, la plurinominal Eugenia Solís Salazar, en Bonfil, Benito Juárez.
Lo mismo su coordinador de bancada, Fernando Zelaya Espinoza, quien montó el templete en el Hábitat 3 de la colonia chetumaleña Payo Obispo. El representante del distrito XIV había anunciado la visita de Rafael Moreno Valle, el ex gobernador de Puebla, por quien hace votos para la candidatura presidencial.
Más cauteloso en la forma fue Carlos Mario Villanueva Tenorio, de Encuentro Social, quien difundió su trabajo en la sede del Congreso “para que no se interprete como un acto anticipado de campaña”, dijo. Pero algo no cuadra: contabiliza 5 mil audiencias, aunque “se han realizado otras 10 mil gestiones fuera de este recinto”, presumió. Ni cuando fue presidente municipal de Othón P. Blanco. Al ex priista, hijo del conocido exgobernador, pocos le creen tales cifras.
Hay otras muestras raras, como la de Laura Beristain Navarrete, quien prefirió explotar las redes sociales sin ton ni son. En una época donde los ciudadanos exigen el “tú a tú”, es absurdo tratar de acaparar la atención y recuperar el prestigio vía telefónica. La sobriedad en extremo de la perredista playense también es desfavorable para sus propios intereses.
Y por su lado, tanto verdeecologistas como priistas se rascaron con sus propias uñas. No es un secreto que les regatean hasta la papelería en el Congreso, dominado por el blanquiazul Eduardo Martínez Arcila, con sueños electorales depositados en Cancún. Lejos quedaron aquellos años mozos cuando los tricolores tiraban la casa por la ventana, y ahora sin arropo de grupos en el poder, muchos ruegan ser siquiera escuchados. Se lo buscaron, claro está.
Se conocen las aspiraciones de los seis mencionados. Evidentemente la estrategia responde al intento de posicionarse mejor en sus respectivos territorios, apostando a encuentros multitudinarios para encarrilarse mejor. De esa manera tienen el pulso del entorno político-partidista, miden su capacidad de convocatoria, y saben quién se alinea. Es una vieja táctica, aunque infructuosa en esta era.
Lo malo es que navegan contracorriente, porque una de las principales quejas de los habitantes es el despilfarro en tiempos de reconstrucción, la poca honestidad que se refleja en las supuestas acciones y la falta de representatividad exhibida, por ejemplo, al conocerse que en algunos casos no volvieron a terreno desde la campaña que ganaron, sino hasta ahora cuando su contexto lo amerita.