EN ÓRBITA
Un grupo numeroso de comerciantes está al borde de la quiebra por recibir a pocos clientes, sobre todo los de aquellas zonas donde las obras públicas han interrumpido o paralizado casi en su totalidad la dinámica económica. Claros ejemplos son los establecidos en las avenidas Tulum y Yaxchilán.
En realidad las faenas en calles, guarniciones y camellones representan un problema secundario cuando se compara con el poder adquisitivo mermado de los otrora clientes cautivos. La inflación, la caída en el precio del petróleo, el aumento del Impuesto al Valor Agregado, el tipo de cambio y el fortalecimiento del sistema Todo Incluido, que son algunas otras causas, están golpeando a la mayoría.
El problema comenzó a finales del año pasado: 243 negocios afiliados a la Canaco-Servytur de Cancún cerraron sus puertas, lo cual representó un incremento superior al 25 por ciento frente a los 194 que suspendieron en 2013. Por cada año, aproximadamente mil personas quedan sin trabajo en este rubro, ya que en cada establecimiento se emplean, en promedio, entre cuatro y cinco. En contraste, según la misma fuente, solo abrieron 123 en 2014.
Lo cierto es que más de la mitad baja cortinas a los seis meses por esos y otros motivos. Aun así, el sector comercial prevé un año mejor que el anterior, pues a la fecha sus ventas registran una leve recuperación de entre 2 y 3 por ciento; sin embargo, este porcentaje es mucho menor al 20 por ciento que pronosticaron hace algún tiempo.
De todas las causas citadas, de dos se disponen cifras que confirman la aparente crisis: en los últimos años el gasto promedio por pareja en servicios complementarios pasó de 713 a sólo 258 dólares producto del Todo Incluido, el sistema que domina en el Caribe Mexicano. Aunado a ello, se constata una reducción de la estadía promedio, que en el caso de la Riviera Maya bajó de 6.7 a 5.7 días.
En el ámbito local, se presenta la pérdida del poder adquisitivo de la población, lo que ha provocado una caída en ventas de entre 10 y 12 por ciento respecto al último año. Son decenas de negocios de diversos giros que ya no reciben ingresos, principalmente los que ofrecen diversiones, venta de artículos de lujo o incluso los restaurantes. No a todos les alcanza; es un hecho innegable.
Los representantes del ramo tienen puestas las esperanzas en subsidios u otros apoyos de los gobiernos federal, estatal y municipal, pues mediante las Secretarías de Economía, Desarrollo Económico, del Trabajo y otras, podrían elevar las ventas, mantener los empleos y acceder a ciertos beneficios para sobrevivir.
De hecho, algunas dependencias están motivando a micros y pequeñas empresas no solo porque dan empleos a una mayoría, sino porque pueden competir mejor ante las tiendas de autoservicio, las de conveniencia, los supermercados de nuevos fraccionamientos y los grandes corporativos; por lo tanto, pueden cumplir sus obligaciones, sobre todo fiscales, un asunto de especial interés para el fisco de todos los niveles.
Como son estas las que generan y mantienen empleos, se entiende que para una genuina reactivación económica las pequeñas empresas deben reactivarse, innovar y recibir múltiples apoyos al mismo tiempo, aunque esa ecuación parece difícil de concretarse.
Por ahora, la Canaco-Servytur pretende convencer al ciudadano para que una de sus compras las realice en la tienda de la esquina y, por otro lado, activar una tarjeta de descuento, tipo monedero electrónico, para estimular el consumo.
Ambas, muy ligeras para revertir un panorama tan desfavorable. Esperemos que los hombres de negocios y las autoridades logren encontrar una fórmula más eficaz antes de que sea demasiado tarde para tantas familias.