CORRE LA VOZ
Por: Jorge Castro Noriega
NORTE Y SUR: LA DISPUTA QUE VIENE
Próxima a renovarse la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI, un par de mancuernas políticas parecen dispuestas a competir por la dirigencia del tricolor, que atraviesa por una de sus más agudas crisis en su historia tras la derrota electoral por la gubernatura el pasado 5 de junio.
Por un lado, se barajan los nombres del candidato perdedor en la contienda por el Ejecutivo, Mauricio Góngora, a quienes simpatizantes suyos consideran la mejor opción para relevar a Raymundo King en el PRI, justificando el hecho en que trae una campaña muy reciente de posicionamiento en todo el estado, aunado a que, aseguran, fue un buen candidato pero las malas decisiones del partido le impidieron llegar.
Junto con él se erige –nuevamente– la sombra del que fuera el favorito indudable del gobernador Roberto Borgeen la campaña interna, el joven diputado federal José Luis Toledo, a quien de última hora la dirigencia nacional sacó de la jugada y puso en su lugar a Góngora, bajo el argumento que no obstante todo el apoyo y la promoción oficial que se le brindó, su proyecto no “levantó”.
Sin embargo, no obstante de que en la cúpula priista hay al parecer toda la intención de proyectar a estos cuadros, tanto uno como el otro no dan muestras –al menos públicamente– de pretender apuntarse para dirigir el tricolor, pues mientras Góngora mantiene desde su derrota un perfil bajo, alejado de los reflectores políticos y ventilando en sus cuentas de redes sociales únicamente sus actividades familiares y recreativas, por el lado deToledo las cosas andan igual.
Salvo esporádicos boletines de su labor como legislador federal, poco se sabe también en Quintana Roo de“Chanito” y recientemente trascendió que, según pláticas con amigos cercanos, su próxima “tirada” es la senaduría y para ello ya está haciendo sus propios amarres en el centro del país. No obstante, parece que su “padrino” Borge tiene otros planes para él.
Cabe mencionar que al interior del PRI y en las estructuras de liderazgo seccional y militancia hay opiniones contrarias a estos dos prospectos. Atravesando una fuerte crisis de credibilidad, de lealtad y financiera, los priistas quintanarroenses ven en Góngora y en Toledoprecisamente a dos figuras de las que, aseguran, fueron las que le hicieron más daño al partido.
Identificados plenamente con el gobierno borgista y elfelixismo, consideran que son más de lo mismo de lo que el pueblo rechazó en las urnas y no es a ellos a quienes necesita el PRI para resurgir de entre sus escombros y levantar la moral de sus integrantes. Además, está el hecho de que ambos son del norte y el sur, el que decidió la elección con su voto, al parecer quiere alguien de “casa” para limpiar el tiradero que dejó el grupo saliente.
Militantes de peso y de respeto consultados, coinciden en que el PRI de Quintana Roo requiere hacer una profunda y muy honesta reflexión de lo que pasó en la elección y a partir de ahí tomar decisiones. Consideran necesario que el partido acepte sus errores y, entre ellos, que lo ocurrido el 5 de junio fue un voto en contra de un sistema que hartó a la sociedad y ésta le puso un freno al sacarlo del poder.
El nuevo dirigente, opinan, no debe ser ni amigo ni defensor de los dos últimos gobernadores y deberá hacer labor de penetración para revalorar a sus cuadros y sacar a los mejores posicionados. No quieren, pues, gente sin arraigo ni con mala imagen social.
En Chetumal, aprovechando cual pescadores el río de aguas revueltas que corre en los pasillos de la sede estatal del PRI, dos figuras han levantado la mano para dirigir los destinos del partido en declive y reclaman su derecho como militantes y operadores políticos de siempre. Uno de ellos es Efraín Taleno y el otro Eduardo Ovando, ambos miembros del mismo grupo político y que al parecer pretenden hacer el “uno-dos” a ver cuál propuesta pega.
Taleno, ex líder de los jóvenes revolucionarios del PRI y coordinador estatal de las “Redes de Amigos” deEduardo Ovando, se destapó días atrás como aspirante a la dirigencia y pidió que la renovación del CDE sea por medio de una contienda democrática interna a fin de evitar que se imponga “a través de una línea, una dirigencia que no sea representativa”.
Y más recientemente Ovando, el creador de esa bien organizada maraña de amistades de lealtad comprobada que ha puesto siempre al servicio de su partido y de sus candidatos sin haber recibido mayores reconocimientos que cargos fugaces o menores en la administración pública, expresó su deseo de tomar las riendas del PRI una vez que el casi seguro futuro líder del Congreso, Raymundo King, las suelte de sus manos.
Ex aspirante a la gubernatura del estado a quien Félix González dejó tendido en el camino hace 11 años,Ovando considera que al PRI tiene que llegar una persona que cuente con la aceptación de la mayoría de los militantes y que tenga un capital político suficiente para retomar el acercamiento con la gente. Lo cual no está nada alejado de la realidad, de lo que los priistas quieren.
El caso es que ahí están de nuevo el norte y el sur, a través de estas mancuernas Góngora-Toledo y Ovando-Taleno, alistando las armas –y los recursos a su alcance– para pelar por el liderazgo de un partido que si bien perdió la batalla por la gubernatura este año, se quiere preparar para la guerra del 2018 y, a partir de ahí, forjar una estructura más fuerte y unificada que la de esta elección, para intentar ganarle al candidato que seguramente para entonces ya tendrá Carlos Joaquín en la bolsa para sucederlo en el poder.
Porque Carlos Joaquín, hay que decirlo, sabe que lo suyo será un mandato de cinco años y, para que le agarre sabor al triunfo, deberá extenderlo por lo menos seis años más. Ya dependerán del PRI y de las decisiones que tome en este momento, los resultados que para entonces obtenga.
La militancia priista hoy está hablando. Es cosa de que, quienes tiene aún el mando, la quieran escuchar.





















