El policía que murió el domingo pasado durante una balacera con sicarios en Cancún es muestra de qué hay quienes sí cumplen con ese delicado, ingrato trabajo preservar la seguridad de los demás.
La tragedia que enluta a la familia del agente policiaco es la parte dramática de una historia que muchos utilizan con fines políticos, a pesar de la advertencia hecha por el gobernador Carlos Joaquín González para evitar cachar votos con el problema de la inseguridad.
Sin embargo, apenas unas horas después de los hechos del domingo, el presidente del PAN en Benito Juárez, Eduardo Pacho Gallegos, enderezó críticas a la gestión de Remberto Estrada Barba, a quien le exigió dar la cara cuando ejecutan a cualquiera y no solo en los crímenes en contra de policías.
“Todos los que han muerto también son ciudadanos”, dijo Pacho Gallegos con el característico sesgo opositor que por conveniencia electorera no reconoce que las ejecuciones forman parte de una lucha entre integrantes del crimen organizado, a quienes ya no les importa ni involucrar a sus familias en su guerra intestina por tener el control de las plazas.
La bravura panista no se muestra en Cozumel, por ejemplo, donde la presidenta municipal Perla Tun hace y deshace a sus anchas, incluso rechazando patrullas adquiridas por el gobierno del estado que, finalmente, decidió establecer una base de la policía estatal en esa isla, donde se vive una criminalidad nunca antes vista, como en otras partes del estado.
La sociedad y sus autoridades se enfrentan a lo imprevisible. Nadie sabe cómo y dónde los delincuentes atacarán.
Por eso, por respeto a quienes mueren en el cumplimiento de su deber, debe privar la seriedad entre la denominada clase política y dejar de politizar un problema que es responsabilidad y tarea de todos, sin importar el color de los gobernantes.
Las ejecuciones están en Cancún y Puerto Morelos y llegaron a Felipe Carrillo Puerto, municipios gobernados por el PRI y el Verde.
Están también en Cozumel, Solidaridad y Othón P. Blanco, municipios administrados por la alianza del PAN-PRD.
De hecho, están prácticamente en todo el estado, gobernado por el PAN y PRD.
Por eso debe dejarse de ver la paja en el ojo ajeno y ocuparse de la viga que cada uno tiene en el propio.
Es un problema de todos y por ello todos quienes tienen una responsabilidad pública tiene la obligación de aportar parte de la solución. En lugar de golpetear a tal o cual municipio, todos deben trabajar en equipo.
Platea
El líder y seguro candidato presidencial de Morena Andrés Manuel López Obrador lanzó una propuesta indecorosa al crimen organizado, con lo que recuperó la atención que perdió en los días previos con el “destape” de su adversario en el PRI José Antonio Meade.
No es la primera vez que hace ese tipo de ofrecimientos para ganar adeptos en su ruta a las elecciones presidenciales del año entrante. En el verano pasado, en Guerrero, también ofreció perdón y olvido a los políticos acusados de corrupción.
López Obrador lleva 12 años en campaña permanente y durante ese tiempo nunca ha realizado comentarios de condena al crimen organizado. Públicamente no se ha inmutado por ese problema, quizá porque tampoco nadie le preguntó nada al respecto durante ese tiempo.
Sin embargo, varias personas cercanas a él, como diputados y presidentes municipales, han sido vinculados con el crimen organizado. Allí está el caso de los Abarca en Guerrero, por ejemplo.
Incluso, el financiamiento de esos 12 años en campaña ha sido motivo de comentarios por lo menos irónicos, en los que se pone en duda la fuente que la financió hasta antes de que el año pasado su partido empezara a recibir dinero público.
Nunca condenó al crimen organizado, pero ahora ya se sabe que su “estrategia” pasa por el perdón y el olvido.
A delinquir todos… con el riesgo de que a López Obrador se le caiga la sopa del plato a la boca.