El éxito de Quintana Roo en materia turística es indiscutible. Las cifras de los últimos años le favorecen, pues cada año se baten récords y las proyecciones son inmejorables…
El éxito de Quintana Roo en materia turística es indiscutible. Las cifras de los últimos años le favorecen, pues cada año se baten récords y las proyecciones son inmejorables. Esta característica fue reconocida por quienes asistieron al XIII Foro Nacional de Turismo, realizado del 15 al 17 de febrero en Villahermosa, Tabasco.
Pese a esta consideración en beneficio del Estado, promotores turísticos y autoridades de los otros cuatro que integran el Mundo Maya (Campeche, Yucatán, Chiapas y Tabasco), pretenden “colgarse” de las millonarias ganancias generadas aquí y aportadas a la Federación. La propuesta sería presentada en breve al Gobierno federal buscando establecer una bolsa económica común para promoción e infraestructura, aun cuando el Caribe Mexicano, en la práctica, los “mantendría”.
La idea de algunos legisladores de Tabasco es que los integrantes del Mundo Maya perciban un punto porcentual de lo recaudado por concepto del Impuesto al Hospedaje creando así un fondo para promoción, infraestructura u otro rubro relacionado, independientemente de que su tasa de participación sea de 2 o 3 por ciento. Lo anterior implicaría que la mayor contribución sea provista por Quintana Roo, el cual coloca aproximadamente el 50 por ciento de lo que ingresa al país vía Derecho de No Inmigrante, impuesto que es canalizado al Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) para promover todos los destinos del país.
Es verdad que las entidades del Mundo Maya han recibido poco apoyo del CPTM debido a que no cuentan con productos turísticos lo suficientemente atractivos para los visitantes internacionales debido su escasa conectividad y la reducida oferta hotelera; sin embargo, ello no debiera por qué perjudicar a Quintana Roo, que de por sí recibe menos del 15% de lo captado.
Estos números exhiben la realidad: según un reporte basado en el monitoreo de Datatur, dependiente de la Sectur, los otros cuatro del circuito contabilizaron en su conjunto cerca de 40 mil habitaciones hoteleras al cierre de 2013, lo cual no representa ni siquiera la mitad de lo que tenían los destinos de Quintana Roo (81 mil cuartos), además de que su ocupación promedio anual no rebasasó el 56%, en el mejor de los casos. Las cifras del año pasado debieran ser similares.
Muchos turisteros y hombres de negocio asumen que dicha región es un producto “adelantado a su tiempo”, lo cual ha provocado que sigan ideando cómo desarrollarlo por tratarse de un multidestino muy complejo de organizar.
Por ello sería necesario organizar todo en un plan con metas en espacio, tiempo y programáticas con fechas específicas, para ejecutar acciones que permitan atraer el turismo hacia esta zona, dentro de lo cual la Secretaría federal de Turismo tendría una activa participación contando con la ayuda importante de la iniciativa privada, en la que recaería el peso fuerte en materia de inversión.
Pensar en una bolsa que además de común sería compartida, puede entenderse cuando se piensa en una idea de país igualitario, con sentido solidario, en una nueva forma de federalismo, pero no cuando proviene de políticos que no han planteado iniciativas para sacar adelante a sus lugares, y que, por el contrario, solo persiguen aprovecharse en la bonanza ajena.
En concreto: ¿por qué permitir una aberración? Los hoteleros se han quejado reiteradamente de buscar sin éxito la manera de que el CPTM retribuya a Quintana Roo por lo menos el 50 por ciento de lo que ingresa por este concepto, bajo el argumento de que el organismo debe priorizar la atención de los destinos que más generan divisas. Y no se ha hecho.
El turismo ha sido declarado motor del desarrollo en el país, cuya concepción original ha sido entendida, planeada y ejecutada por las autoridades quintanarroenses hasta alcanzar el éxito de hoy. No se vale.