EL BESTIARIO
Los satélites descubren al tiburón ballena con mantas gigantes birostris en el ‘Mar Azul’ de Isla Mujeres, tras marcar a los cetáceos se les monitorea desde el espacio, no emigran al Golfo sino a Belize
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
Cuando alguien habla del tiburón ballena o del pez vela en Cancún, en un momento u otro sale a relucir el nombre de Alberto Friscione, un veracruzano, nieto de genoveses, quien lleva 33 años en Quintana Roo, investigando y enseñándonos del mar. Procedente de un lugar montañoso como es Jalapa, tardó 13 años desde su nacimiento en ponerse un visor en las aguas marinas de Veracruz. Estas quedaban a 130 kilómetros de su ciudad natal. “Cuando contemplé un fondo marino me dije, esto es lo que voy a hacer de mi vida”. Lo tenía claro el jalapeño cancunense. Director general de la empresa prestadora de servicios, “Sólo buceo”, ubicada en el Hotel Dreams Cancún, en la Zona Hotelera, no tuvo reparos, hace décadas atrás con una sociedad menos sensibilizada con nuestros ‘vecinos’ marinos, en declarar abiertamente que no le gustaba la pesca. El nacer en ‘La Atenas veracruzana’ y en ‘La ciudad de las flores’ tuvo mucho que ver en su amor por la naturaleza y el/la mar, aunque su niñez estuvo marcada por arroyos y manantiales como Chiltoyac, Ánimas, Xallitic, Techacapan y Tlalmecapan; ríos como Sedeño, Carneros, Sordo, Santiago, Zapotillo, Castillo y Coapexpan; y mil y un lagos artificiales y algunos naturales.
La temporada de las visitas del tiburón ballena ha finalizado. Este año, la naturaleza ha sido, una vez más generosa, con Quintana Roo, al venir este cetáceo ‘acompañado’ de mantas gigantes, las Birostri, quienes se acercan al hombre e interactúan con él. Entre ala y ala hay cuatro o cinco metros de distancia y su peso ronda la tonelada. Alberto Frisicione, con quien compartimos un café en el ‘Strabourg’ de Plaza Península de la Bonampak de Cancún, se mostraba eufórico ante el reto de desarrollar un nuevo ‘producto’ con las mantas gigantes.
Europeos y norteamericanos, ‘locos’ por el tiburón ballena
Unas 20.000 personas de todo el mundo, llegan a Quintana Roo para poder nadar junto al pez más grande de los océanos, en las aguas de las islas Holbox y Contoy. Estos tiburones ballena se han convertido en el ‘producto estrella’ de nuestra industria del ecoturismo. Aprovechan todos los veranos las grandes concentraciones de comida aprovechando el florecimiento del plancton y el desove del coral. Pescadores compaginan en verano sus bártulos de pesca con sus servicios de guías turísticos, a la vez que defienden a esta especie protegida.
No hay que adentrarse mucho en el mar. Basta alejarse 20 millas náuticas de la costa, desde Punta Sam, para encontrarse cara a cara con el más grande de todos los peces: el tiburón ballena. Verlo y tocar a este dócil gigante es una de las experiencias más extraordinarias que uno puede vivir en el océano. Su gran tamaño, y su enorme boca frontal lo hacen inmediatamente reconocible y puede ser visto vagando tranquilamente cerca de la superficie en las cálidas aguas de nuestro Estado. Su alimentación se basa principalmente en plancton, aunque regularmente también se alimentan de bancos de peces pequeños y calamares. A diferencia de los tiburones peregrinos, que simplemente filtran vastas cantidades de agua a medida que nadan, los tiburones ballena activamente succionan a su presa antes de filtrarla eficientemente y, a veces, son vistos en grupo alimentándose de grandes concentraciones de comida. Aparecen regularmente en los mismos lugares en momentos específicos del año, probablemente, para capitalizar el florecimiento del plancton y eventos tales como el desove del coral.
Estos tiburones se han convertido en el punto central de la industria del ecoturismo. Nadar junto al pez más grande del mundo se puede hacer realidad en pocos destinos como Australia y Belice; sin embargo, el área entre Isla Holbox e Isla Contoy es el más privilegiado. La presencia de los tiburones ballena en el verano se debe al agua cargada de nutrientes que genera una gran cantidad de alimento disponible, por este fenómeno este lugar se convierte en el mejor para observar a través de un recorrido en lancha la dinámica de la especie”.
Una especie protegida de 15 metros y 12 toneladas
El tiburón ballena es el pez más grande que existe en el planeta, puede crecer hasta los 15 metros de longitud, o más, y podría pesar hasta las 12 toneladas. El tiburón ballena es una especie protegida en nuestras aguas. Actualmente se le sigue capturando en otros lugares, especialmente para comercializar la gran cantidad de aceite que guarda su hígado (un macho adulto puede contener hasta 1.600 litros de aceite) o bien para comer su carne. Pero esas personas no tienen en cuenta que su valor es otro, ya que resulta ser un óptimo atractivo turístico”.
Alberto Frisccione llegó como otros tantos buzos a las tibias aguas del Caribe, pero después de sentir el candor de este mar, decidió quedarse para hacer de esa aventura su pan de todos los días… Acompañados de un experto en el tema, sus clientes reciben toda la información necesaria para entender el comportamiento de esta especie, y una vez familiarizados, descienden del bote acompañados de un guía para esnorquelear y ver de cerca al tiburón ballena. Su tamaño es imponente. Hay gente que teme acercárseles. No hay problema alguno, ya que este tiburón se alimenta exclusivamente de diminutos organismos conocidos como plancton, por lo que son completamente inofensivos para los humanos”.
Los mejores meses para ‘compartir’ con estos fantásticos animales son junio, julio, agosto y septiembre. “El tiburón ballena es el pez más grande que existe en el planeta, es realmente imponente, pero a pesar de su aspecto, es muy dócil y gentil, no se asustan cuando se les aproximan buzos o nadadores a ‘snorquelear’, con ellos, es una experiencia única e inolvidable, por eso la recomiendo al cien por ciento…”, nos recalca Alberto Friscione.
Se esperan más turistas en el 2015, la economía mejora
La situación económica internacional está mejorando poco a poco. En Europa, más afectada por la crisis, está dejando la recesión atrás, registrándose datos positivos tanto en Alemania como en Francia. Por efecto dominó España y Portugal comienzan a tener balances positivos… Esto les hace ser muy optimistas para este 2015. “La dura crisis apenas se dejó sentir en el trabajo con el tiburón ballena”, nos comentaban varios pescadores de Isla Mujeres y Puerto Juárez, días atrás. Saben que gracias a estas visitas aparcan por unas horas sus artes de pesca, convirtiéndose en ‘guías turísticos’, a la vez que han recibido cursos para servir de protectores de esta especie protegida, tan importante para sus economías familiares.
El tiburón ballena volvió a aguas próximas a Cancún. Pudimos ver los rasgos anatómicos de estos animales. Su vientre es totalmente blanco, mientras que su dorso es de un color grisáceo, más oscuro que la mayoría de tiburones, con multitud de lunares y líneas horizontales y verticales de color blanco o amarillento, de tal forma que se asemeja a un tablero de ajedrez. Estas manchas representan un patrón único en cada espécimen, por lo que se utilizan para identificarlos y para censar su población. Su piel puede llegar a tener 10 centímetros de grosor, su cuerpo es hidrodinámico, alargado y robusto, y presenta varios resaltes longitudinales en la cabeza y dorso.
Su cabeza es ancha y aplanada y en sus laterales se sitúan dos pequeños ojos, detrás de los cuales están los espiráculos. Su enorme boca puede llegar a medir 1,5 metros de ancho, capacidad suficiente para albergar a una foca nadando de costado y en sus mandíbulas, se hallan multitud de filas de pequeños dientes. Tiene cinco grandes pares de branquias, cuyas hendiduras son enormes, posee un par de aletas dorsales y aletas pectorales, siendo estas últimas muy poderosas.
La cola de estos seres puede medir más de 2,5 metros de lado a lado, en los tiburones ballena jóvenes, la aleta superior de la cola es más grande que la aleta inferior, en cambio la cola de un adulto tiene forma de media luna y es la que les proporciona la propulsión. Sin embargo, el tiburón ballena no es un nadador eficiente, pues utiliza todo el cuerpo para nadar, lo cual no suele ser frecuente en los peces, y por ello se desplaza a una velocidad media de 5 kilómetros por hora, una velocidad relativamente lenta para un pez de tan enorme tamaño.
Pakistán capturó una pieza de 22 toneladas, en 1947
El espécimen más grande del que se tiene registro fue capturado el 11 de noviembre de 1947, muy próximo a la isla de Baba, cerca de Karachi, Pakistán. Medía 12,65 metros de largo y pesaba casi 22 toneladas, sin embargo, existen muchas historias de de tiburones ballenas más grandes, se mencionan longitudes de por encima de los 18 metros, que, por otra parte, no son nada extrañas en la literatura popular, pero no existen registros ni pruebas científicas que sustenten su existencia.
En 1868, el botánico irlandés Edward Perceval Wright, mientras veraneaba en las islas Seychelles, observó algunos especímenes de tiburones ballena, y aseguró haber visto ejemplares de más de 15 metros de longitud, e incluso alguno que sobrepasaría los 21 metros. En una publicación de 1925, Hugh McCormick Smith describe a un tiburón ballena de enorme tamaño atrapado en una trampa de bambú para peces en Tailandia en 1919. El tiburón era demasiado pesado como para desembarcarlo en tierra firme pero Smith estimó que su longitud era al menos de 17 metros, y que su peso rondaba las 37 toneladas, más tarde se exageraron estas cifras, llegándose a afirmar que medía 17,98 metros y pesaba 43 toneladas, incluso ha habido avisos de tiburones ballena de 23 metros.
En 1934, un barco llamado “Maurguani” se topó con un tiburón ballena mientras navegaba por el sur del Océano Pacífico y le golpeó, lo que hizo que quedara bloqueado en la proa del barco. Se cuenta que medía 4,60 metros por un lado del barco y 12,20 metros por el otro. De todos modos, no existe documentación fiable sobre ninguno de estos hechos, por lo que siguen siendo poco más que ‘leyendas marinas’.
A pesar de su tamaño, inofensivo para el hombre
El tiburón ballena es una de las tres especies de tiburones que se alimentan mediante un mecanismo de filtración de agua junto con el tiburón peregrino, y el tiburón boquiancho. Se alimenta principalmente de fitoplancton, necton, macro algas, y kril, pero a veces también lo hace de crustáceos como larvas de cangrejo, calamares y bancos de peces pequeños, como las anchovetas, sardinas, caballa y atún. Los numerosos dientes de que dispone no juegan ningún papel determinante en la alimentación. De hecho, son de reducido tamaño.
El tiburón ballena succiona gran cantidad de agua, al cerrar la boca la filtra a través de sus peines branquiales, en el pequeño intervalo de tiempo entre que cierra la boca y abre sus peines branquiales, el plancton queda atrapado en los dentículos dermales. Este mecanismo de filtración previene el paso de todo fluido entre las branquias, todo lo que mida más de 2 ó 3 milímetros de diámetro queda atrapado e inmediata-mente engullido.
Se ha observado que estos tiburones emiten una especie de tos, se trata de un mecanismo de limpieza para expulsar la acumulación de partículas de alimentos en las branquias. Esta especie, a pesar de su enorme tamaño, no su- pone ningún peligro para el ser huma no. Son bastante cariñosos, y suelen ser juguetones con los buceadores.
Maduros sexuales, a los 30 años, son centenarios
Los hábitos reproductivos de los tiburones ballena no están muy claros. Se trata de seres ovovivíparos. Las crías salen del huevo en el interior de su madre, que les da a luz vivos. Los tiburones recién nacidos suelen medir entre 40 y 60 centímetros de longitud, pero se sabe poco de ellos, ya que los ejemplares jóvenes se dejan ver muy rara- mente y no se han realizado estudios morfométricos, ni se sabe mucho de su tasa de crecimiento. Se cree que alcanzan la madurez sexual en torno a los 30 años -miden entonces unos 9 metros- y que viven de media unos 100. Un ‘parto normal’ es de varias crías pero pueden llegar a decenas.
El tiburón ballena es el objetivo de la pesca artesanal y de la industria pes- quera en varias zonas costeras del mundo donde se deja ver ocasionalmente. La población de esta especie es desconocida, pero está considerada por las Naciones Unidas, en su Convenio sobre la Diversidad Biológica, como una especie en estado vulnerable. México la considera especie amenazada habiendo una normativa en pro de su cuidado. Este cetáceo está de moda en las ofertas turísticas de todo el mundo. Los europeos y norteamericanos están ‘locos’ por venir a nuestras aguas y nadar junto al tiburón ballena…
Los cetáceos se marcan con ‘etiquetas’, Proyecto Dominó
Tras la locura desatada en Holbox, con la ‘fiebre del tiburón ballena’, Jaime González Cano, Rafael de la Parra, Javier Ayala, Marcelo Cupul, Francisco Remolina y Alberto Friscione se dedican en cuerpo y alma a conocer más del gigantesco ‘vecino’ y sus andanzas por los mares de mundo. Comienzan a marcarlos con ‘etiquetas’ donde se le pone un número al cetáceo, a la vez que el nombre del Proyecto Dominó. Se pudo monitorearlos. Hoy los satélites dominan el ‘Dominó’. “Creíamos en principio -nos relata Alberto Friscione- que se iban por la Corriente del Golfo que se crea entre México y Cuba y se dirigían hacia el norte, rico en plancton… Nos llevamos la sorpresa de que no era así, sino que se dirigían hacia aguas de la Florida, de otras islas del Caribe, de Honduras y Belize. Se da un caso único en el pueblo belizeño de Placencia, donde existe un arrecife que se conoce como ‘Claden Spiidd’. Aquí llegan en febrero y permanecen en marzo y abril comiendo huevas del pargo Cubera.
En Placencia de Belize existen grandes manchas de grandes pargos, quien viven a profundidades de más de 50 metros. En esos primeros meses del año, suben en espiral hacia aguas menos profundas de unos 40 o 50 pies -10 o 12 metros- para desovar. Sueltan los huevos para que sean fertilizados. Los tiburones ballena aprovechan esta circunstancia para hacerse con esta que es su principal fuente de proteínas. La doctora norteamericana Raquel Graham, máxima autoridad en las investigaciones reside en Belize. Después toman rumbo hacia aguas profundas de Quintana Roo, a 200 y 300 metros de profundidad. En verano se nutren del placton de nuestras aguas, así como de las huevas de bonito.
Aunque Holbox era la referencia mundial del tiburón ballena, en sus aguas turbias de placton, en otras aguas de Cancún, Isla Mujeres, Chiquilá…, comenzaron a detectarse también comunidades… “La más amplia se descubrió en el conocido como ‘Mar Azul’ cercano a Isla Mujeres. Se da la circunstancia que en este lugar las aguas son menos turbias pues hay menos placton y la visibilidad es mucho mejor…”, sigue explicándonos Friscione. “Nuestras aguas tienen la mayor concentración de tiburones ballenas en el mundo”, se muestra tajante en la corta tertulia, a pesar de que los minutos transcurridos. El tiempo efectivamente es relativo, máxime con Friscione. “Este año hemos divisado cerca de medio millar de tiburones ballena…”, me comenta apasionado Alberto.
Los satélites descubren al tiburón ballena con mantas gigantes birostris en el ‘Mar Azul’ de Isla Mujeres, tras marcar a los cetáceos se les monitorea desde el espacio, no emigran al Golfo sino a Belize.
@SantiGurtubay
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