Las elecciones del próximo 7 de junio serán las más complejas en la historia del país, pues independientemente de los 300 distritos en disputa también está en juego la credibilidad de la autoridad electoral.
Por sí mismo, el proceso electoral en marcha representa un riesgo para la credibilidad del Instituto Nacional Electoral en caso de que fracase en la aplicación de 74 nuevas atribuciones que, se supone, lo hacen mejor que su antecesor porque, afirman, lo fortalece en su labor de arbitraje.
Sin embargo, el proceso electoral no se enfrenta en su totalidad solamente a ese reto. Enfrente tiene otros que hacen palidecer al abstencionismo como uno de los principales problemas de la democracia mexicana.
Y más que un reto, es una carencia que ninguno de los protagonistas quiere ver, porque indudablemente pega en el ego de los candidatos, cuestiona la iniciativa de los asesores, exhibe las deficiencias de los estrategas y su simple ausencia es alimento para el abstencionismo.
La propuesta es la gran ausente en el actual proceso electoral, es el fantasma que los electores no pueden ver, a pesar de que los candidatos afirman que está presente.
En Quintana Roo más de 48,300 jóvenes de 18 y 19 años de edad tendrán la oportunidad de votar por primera vez el próximo 7 de junio. Sin embargo, carecen de la más mínima idea de cómo lo harán, pues no conocen a los candidatos y sus propuestas
Los spots en radio y televisión no son suficientes para ese importante sector de la comunidad que se informa por medio de internet y cambia de estación cuando entran al aire los anuncios de partidos políticos.
Pero independientemente de la incapacidad por interesar a ese grupo poblacional, en su mayoría los partidos políticos y sus candidatos se han ido por la ruta fácil de criticar sin sentido las reformas estructurales concretadas en su totalidad el año pasado.
Basan su “propuesta” en revertirlas, aún cuando en su momento las avalaron. Es fácil ofrecer revertir el aumento del IVA, por ejemplo, porque a nadie la gusta pagar impuestos, pero es irresponsable no hablar sobre cómo se sustituirían los recursos que se dejarían de captar con la eventual disminución de ese gravamen.
El país necesita recursos para desarrollarse y entre todos tenemos que proveérselo. Eliminar fuentes de ingresos sin sustituirlos es una irresponsabilidad en la que cae la mayoría de los candidatos.
Son días de incongruencia, en los que por un lado se ofrece reducir impuestos y por otro se promete gestionar más recursos para obras y servicios.
Vivimos una campaña sin sentido en la que los candidatos pretenden llevarnos hasta la cima de la montaña para enseñarnos su territorio, las promesas y la ilusión.
Y allí, ante ese panorama idílico que nos pretenden vender preguntamos ¿y la propuesta apá?
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