EL BESTIARIO
El ‘idilio’ de Yucatán y San Francisco, a casi 5.000 kilómetros, la ciudad californiana y su bahía, una miniatura del Mar Caribe, es el destino preferido de muchos migrantes de Oxkutzcab, hinchas de ‘Los Gigantes’
La Península de Yucatán se adentra en el Mar Caribe como un puño desafiante y, desde allá, la Bahía de San Francisco parece su versión en miniatura.Y puede que ambas orillas estén separadas por 4.830 kilómetros, pero dependen una de la otra. Porque Yucatán necesita trabajo y San Francisco necesita trabajadores. Esta relación de décadas se ha convertido en una especie de historia de amor, difícil de olvidar para los inmigrantes que regresan. Es el ‘idilio’ entre Yucatán y San Francisco, según destaca la BBC de Londres, en un reportaje publicado en esta televisora británica.
Pero para los familiares que los esperan en su tierra de origen, los beneficios de la emigración han comenzado a perder algo de brillo. En la ciudad de Oxkutzcab, en el corazón yucateco, la de Fernando Buenfil Góngora es, para muchos, la historia del emigrante exitoso. Es dueño del Hotel Casino, construido hace 15 años con el dinero que ganó trabajando como mesero en un restaurante asiático en San Francisco. “Tengo el puente Golden Gate aquí”, dice Buenfil señalando uno de los murales del su hotel de 11 habitaciones, un santuario dedicado a la ciudad californiana. La planta superior es de un amarillo brillante y tiene pintados ventanales con vistas a la bahía. Gran parte de su familia trabaja en el establecimiento.
“No gano tanto dinero como en San Francisco, pero estoy feliz aquí con mi familia”, recalca Fernando Buenfil
Buenfil dice que está bien económicamente. “Puedo sobrevivir”, señala. “No gano tanto dinero como en San Francisco, pero estoy feliz aquí con mi familia”. Sin embargo, reconoce que dejar la ciudad fue como renunciar a una amante. Y la echa tanto de menos que ha cortado el contacto con sus amigos de allá, ya que le teme a la tentación de volver. “Siento que parte de mi vida está en San Francisco”, dice. “Me da la sensación de que si voy me quedaré. Y no quiero dejar a mi familia”. Y es que es la familia la que hace volver a México a muchos yucatecos. Para Buenfil fue su padre, que se estaba muriendo. Pero ahora está casado y tiene una hija pequeña.
Las huellas de San Francisco se encuentran por todo el pueblo de Oxkutzcab, no solo en el hotel de Buenfil. San Francisco y sus símbolos viven en el corazón de muchos antiguos inmigrantes. Muchos restaurantes, por ejemplo, sirven platos asiáticos muy populares en San Francisco, como el ‘pad thai’ (un salteado tailandés a base de fideos de arroz), además de hamburguesas y tacos. Y el logo de los Gigantes de San Francisco, el equipo de béisbol de la ciudad californiana, se ve en las ventanas de taxis, en gorras y hasta en forma de tatuaje.
Oxkutzcab está lejos de ser un popular destino turístico como Cancún, que atrae a millones de estadounidenses al año. El 70% de los habitantes de la ciudad vive entre la pobreza moderada y la extrema, aunque el constante flujo de dólares procedentes de EE.UU. ha permitido el surgimiento de una modesta clase media. Esta conduce autos más nuevos, usa teléfonos inteligentes. Además, son comunes las casas con dos pisos, de estilo estadounidense, construidas junto a las tradicionales viviendas de adobe.
“Quiero regresar a San Francisco, tengo una cuenta de hospital y me cuesta cubrir los gastos diarios”, se lamenta Juan Carlos Chable
De adolescente, Juan Carlos Chable se levantaba a las tres de la mañana para descargar cajas con piñas destinadas al mercado central de Oxkutzcab. A la semana ganaba el equivalente a 17 dólares estadounidenses, lo que no le bastaba para poder invitar a su futura esposa a un buen restaurante. Y cuando se casaron se mudaron con sus padres. “Ganaba lo suficiente para comprar la comida”, cuenta Chable. Entonces se fue al norte. Pasó dos años en San Francisco amasando pizzas y lavando platos. Fanático de los Gigantes de San Francisco, su amor por el equipo es visible en la moto-taxi que ahora maneja en Oxkutzcab.
Y con lo que ahorró en California pudo regresar y construir una amplia casa de cuatro habitaciones, con un patio y un elegante portón de hierro. Ahora tiene dos hijos y una moto-taxi. En una buena semana puede ganar el equivalente a 120 dólares. Aunque últimamente ha estado algo inquieto. “Quiero regresar a San Francisco”, dice. “Tengo que pagar una cuenta de hospital y me está costando cubrir los gastos diarios”. Chable conserva sus ahorros en tres tarros de yogurt que están encima del refrigerador. Dos están vacíos, en el tercero hay un dólar. Chable quiere ganar más y abrir su propio negocio de lavado de autos.
“No importa donde uno vaya, si uno le echa ganas y trabaja duro, puede tener éxito en México”, recalca María Juvencia Chan
Pero la gente que se queda atrás, especialmente las mujeres y los niños, ya no están tan convencidos de que la inmigración sea la solución a sus problemas de dinero. En la casa de al lado, la mamá de Chable, Sofía, lava un pollo antes del almuerzo vestida con un tradicional tejido maya. Abiertamente desaprueba la intención de su hijo de volverse a ir. La mamá de Juan Carlos Chable, Sofía, no quiere que su hijo se vuelva a ir a EE.UU. “Está loco”, dice. “Aquí tiene su casa y la moto-taxi para trabajar. ¿Qué le hace falta? Tiene todo lo que necesita”. Y la esposa de Chable también se opone a la idea de su partida.
Con los dos niños ya en la escuela, se ha ofrecido a buscar un trabajo. Pero su marido no quiere. “Aquí eso habla mal del hombre de la casa, que la mujer trabaje”, explica. “Se burlan de uno por no poderla mantener”.
En un barrio vecino, María Juvencia Chan, de 30 años, espanta moscas de los pedazos de cerdo crudo que tiene para vender. Ella nunca le huyó al trabajo duro. Y junto con su esposo maneja una pequeña carnicería y un puesto de comida. También fabrica su propio jabón para vender. Con lo que ganan han educado a sus dos hijos, construyeron una casa y manejan un Volkswagen Jetta modelo 2005. Ninguno de los dos ha emigrado a Estados Unidos. Y Chan está orgullosa de ello. “No importa donde uno vaya, siempre es difícil”, dice. “Pero si uno le echa ganas y trabaja duro, puede tener éxito en México”.
Todo comenzó hace casi cuarenta años con Tomás Bermejo, quien fue a trabajar al sur de California, en el programa Bracero
Cuentan que hace cuatro décadas atrás, un yucateco llamado Tomás Bermejo se fue a trabajar al sur de California en el programa Bracero. Pasado el tiempo, abrió un restaurante de comida yucateca en San Francisco. Comenzó a llevar a gente de su pueblo, Oxkutzcab, a trabajar con él. De allí se fue tejiendo la red. Ahora, los mayas de Yucatán son el grupo de migrantes que más crece en San Francisco, según el consulado general mexicano en esa ciudad. Y es que, como explica el pastor José Mauricio Chacón, a un maestro en Oxkutzcab le toma 15 años construir una casa, mientras que si trabaja en San Francisco puede hacerla en dos años. Así, para muchos es fácil el cálculo: o me quedo en la península y gano una miseria o me voy a trabajar a un lugar donde el salario mínimo es de más de diez dólares por hora.
En cualquier restaurante de la ciudad, ya no se escucha sólo el español viniendo de la cocina, sino también el maya. Es que no son aquellos de la llamada casta divina quienes migran, son los indígenas peninsulares mayas. La mayoría de quienes viven en San Francisco llegaron en la última década de un pueblo en la península llamado Oxkutzcab, tres veces asentado en maya, según un ex residente hablante de maya; tres veces cosechable, según el gobierno del Estado. Conocido por su cultivo de cítricos, Oxkutzcab se encuentra a 100 kilómetros al sur de Mérida. El municipio del mismo nombre cuenta con una población de más de 25 mil habitantes, según los datos del INEGI, y más de 30% de la población del municipio es hablante de maya, según el Consejo Nacional de Población (Conapo).
“Me animé a ver por los cuates que llegaban con zapatos Nike, carros. Me traían fotos del puente Golden Gate…”, cuenta Pedro Tuyub
Yo empecé a ver yucatecos en la iglesia desde hace veinte años, y me contaban que venían de una iglesia en Oxkutzcab, dice José Mauricio Chacón, pastor de la iglesia presbiteriana del barrio La Misión, en San Francisco. Poco a poco me di cuenta que habían muchos. Hoy, se estima que entre 35 y 45 mil indígenas vienen al país anualmente de América Latina. En California, se sabe que hay hasta 100 mil mixtecos, según datos del Frente Indígena Oaxaqueño Binacional. En San Francisco, la unidad móvil del consulado general de México, ha atendido a gente de los Altos de Chiapas, triquis de Oaxaca, y ahora mayas de Yucatán.
Decían que eran como 5 mil en San Francisco, pero creo que eran más, agrega Chacón. El consulado general de México en San Francisco consideraba que los mayas de Yucatán son el grupo de migrantes que más crece en esta ciudad, y reporta que aproximadamente 15% de la gente que pide matrículas consulares anualmente son de Yucatán. En aquellos años San Francisco acababa de pasar por un auge impulsado por compañías de Internet en la ciudad y en el cercano Valle de Silicio. En este lapso, las rentas subieron a más del doble, llegando a un promedio de mil 100 dólares por un departamento con una recámara. Uno tendría que ganar por lo menos tres veces la renta para estar económicamente estable, según los economistas, lo cual implica ganar un salario mucho mayor del obtenido por una persona de la clase obrera.
‘La Misión’ es el barrio latino de San Francisco, ciudad cuya población latina está compuesta por 55% de centroamericanos y 45% de origen mexicano, según datos del consulado general de México en San Francisco y el hogar de la mayoría de los yucatecos. Fue de las más afectadas por el auge económico. Durante seis años, miles de jóvenes que prosperaban económicamente gracias a sus trabajos en compañías de Internet se mudaron a la colonia, creando una demanda por la vivienda que disparó las rentas. La colonia perdió una gran parte de su población latina, y muchos de los que lograron quedarse están hacinados.
El municipio de Oxkutzcab era clasificado como altamente marginado. El 80% de la población ocupada percibe un ingreso igual a dos salarios mínimos o menos. Casi una cuarta parte de las personas de 15 años o mayor es analfabeta, mientras que 56% no tiene la primaria completa. Mucho más de la mitad de las familias vive en el hacinamiento. “Yo fui animado a venir por cuates que llegaban con zapatos Nike, carros. Me traían fotos del puente Golden Gate, del muelle, de esas calles bien bonitas, no las feas de ‘La Misión’, dice Pedro Tuyub, también de Oxkutzcab, ahora editor de ‘El Tecolote’, uno de los periódicos bilingües más antiguos y con mayor tradición de la comunidad latina. Mientras que el barrio de ‘La Misión’ mantiene algunos rasgos de la comunidad unida y latina que era, por otro lado también tiene un alto índice de drogadicción y delincuencia organizada.
La opción era el desierto de Arizona, una estrategia poco confiable, tenían coyotes yucatecos y pagaban alrededor de 2.000 dólares
En 2000, a Yucatán ingresaron 6.6 millones de dólares en remesas, según el Banco Mundial. Aunque la cifra representaba sólo 0.1% del monto total de remesas ingresadas al país, demostraba que el Estado ya empezaba a seguir la tendencia nacional de ‘enviar’ mano de obra y recibir cantidades significativas a través de la migración internacional. Ingresaron 9 mil 200 millones de dólares de remesas a la economía mexicana, según Ramón Castillo, investigador del Colegio de la Frontera Norte, convirtiendo a la migración en el segundo generador de divisas del país después del petróleo. Mientras tanto, el sector turismo disminuyó su participación en la economía, captando 8 mil 400 millones de dólares en el mismo periodo, según datos de la Secretaría de Turismo.
En Oxkutzcab, las farmacias eran receptoras de dinero de Estados Unidos. La Farmacia de la Salud lleva años recibiendo remesas. La Pilarcita es otra, señala Tuyub, y agrega que los de Oxkutzcab, residentes de San Francisco, mandaban un promedio de 300 dólares al mes al pueblo. Yo conocía un muchacho que trabajaba en una agencia de envíos de remesas y él decía que mandaban como 17 mil 500 dólares al día a Oxkutzcab, agrega Chacón.
Desafortunadamente, la migración no necesariamente resuelve los problemas, y a menudo trae otros. “Oxkutzcab crecía fuera de control”, según Tuyub, debido a los dólares ganados en el exterior. Chacón notó que había muchos drogadictos en el parque de Oxkutzcab que fueron deportados de aquí. Es que la mayoría de la población maya en San Francisco vino después de 1986, fecha de la última amnistía migratoria. Creo que la mayoría son indocumentados. Vienen de 10 en 10, de 30 en 30, decía Tuyub.
Hicieron el viaje al norte durante la época de mayor vigilancia fronteriza y, como todos, escogían evitar los puntos donde hay mucha Patrulla Fronteriza. Para los yucatecos, la opción ha sido el desierto de Arizona, una estrategia poco confiable. Un par de yucas murieron en el desierto…, señala Chacón. Cruzaban el desierto caminando, agarran un vehículo al aeropuerto de Phoenix, y si todo va como lo planeado, vuelan a San Francisco. Tenían coyotes yucatecos y pagabann alrededor de 2 mil dólares, agrega Chacón.
“En Cancún nos pagaban 120 pesos a la semana y nos decían que nos iban a dar clases de inglés, que por cierto nos las cobraban”
La gente maya ya tiene tiempo migrando de sus pueblos en el interior a los polos de desarrollo turístico para trabajar. En 1997, por ejemplo, Quintana Roo absorbió más de 50% de los migrantes internos de México, la cifra más alta de migración interna en el país, según el INEGI. Además, más de la mitad de estos migrantes eran de Yucatán. “Yo trabajé en Cancún durante las vacaciones. Tenías que dormir debajo de las palmeras. Luego, tenían puestos de comida y te descontaban lo que comías”, recuerda Tuyub. “Me pagaban como 120 pesos a la semana, agrega. Con precios de los más altos de la República, estos salarios no levantaban a nadie de la pobreza”.
“Decían que nos darían clases de inglés, pero nos cobraban, agrega Tuyub. Así, para muchos, se les hace fácil hacer el cálculo: o me quedo y gano una miseria o me voy donde el inglés es la lengua dominante, puedo tomar clases gratuitas y trabajo en un estado donde el salario mínimo es de 6.75 dólares por hora. Los que están aquí, en San Francisco, trabajan principalmente en los restaurantes, dice Chacón. Es un trabajo mejor remunerado y uno que implica más dignidad que la mayoría de los que se ofrecen en lugares como Cancún”.
Fundada por colones españoles en 1776 en honor a San Francisco de Asís, fue mexicana hasta la intervención estadounidense
San Francisco, de forma oficial la Ciudad y Condado de San Francisco (en inglés: City and County of San Francisco), ocupa la cuarta posición de ciudad más poblada del estado de California y la decimotercera de Estados Unidos, con una población de aproximadamente 837. 442 habitantes. Es la única ciudad-condado consolidada de California, y al abarcar una superficie territorial de 121 km² cuenta con la segunda densidad de población más alta del país entre las ciudades que superan los 200.000 habitantes, tras Nueva York. Es el centro cultural, financiero y de transportes del Área de la Bahía de San Francisco, una aglomeración metropolitana con más de siete millones de habitantes. Se encuentra en el extremo norte de la península de San Francisco, con el océano Pacífico al oeste, la bahía homónima al este y la entrada de la bahía al norte, por lo que solamente está conectada con tierra firme por su extremo sur.
La ciudad de San Francisco fue fundada por colonos españoles en 1776. Construyeron un fuerte en lo que hoy es el Golden Gate y fundaron una misión llamada así en honor de Francisco de Asís. San Francisco perteneció al Virreinato de la Nueva España hasta la independencia de México en 1821. Tras la Intervención estadounidense en México entre 1845 y 1848, la ciudad y el resto de Alta California pasaron a ser territorio estadounidense.
En 1848, la fiebre del oro de California impulsó a la ciudad a un período de rápido crecimiento, pasando de 1000 a 25 000 habitantes en un año, lo que convirtió a la ciudad en la más grande de la Costa oeste en aquella época. Después de haber sido devastada por el terremoto e incendio de 1906, San Francisco fue rápidamente reconstruida, siendo sede de la Exposición Internacional de Panamá y el Pacífico nueve años más tarde. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad fue el puerto de embarque de miles de soldados que partían hacia la Guerra del Pacífico. Tras la contienda, la confluencia de los militares que regresaban, la inmigración masiva, las actitudes liberales y otros factores dieron lugar al denominado Verano del Amor y los movimientos en favor de los derechos de los homosexuales, consolidando a San Francisco como un bastión liberal en los Estados Unidos.
La ciudad incluye varias islas localizadas dentro la bahía (siendo la más famosa Alcatraz), así como los Farallones, que se sitúan a 43 kilómetros de la costa en el océano Pacífico. Se comunica con el resto del país y del mundo por medio del Aeropuerto Internacional de San Francisco. Es un destino popular para los turistas internacionales, siendo famosa por el puente Golden Gate, el edificio Pirámide Transamérica, los tranvías que recorren sus empinadas calles, su arquitectura modernista y victoriana y por su barrio chino, popularmente llamado Chinatown. En las cercanías de San Francisco se encuentra Silicon Valley, gran centro de investigaciones en tecnología y cibernética. La ciudad también es un importante centro financiero y bancario, ya que es sede de más de treinta instituciones financieras, lo que ha ayudado a hacer de San Francisco la decimoctava ciudad del mundo por PIB en 2008 y la novena de los Estados Unidos.
San Francisco tiene el porcentaje más alto de gays y lesbianas de cualquiera de las 50 mayores ciudades estadounidenses, con 15,4%
La población estimada en 2008 de San Francisco era de 808.976 habitantes. Con más de 6.000 personas por kilómetro cuadrado, la urbe californiana es la segunda más densamente poblada entre las mayores ciudades estadounidenses (con más de 200.000 habitantes). San Francisco es el punto focal tradicional del Área de la Bahía de San Francisco y forma parte del Área Estadística Metropolitana de San Francisco-Oakland-Fremont y de la todavía mayor Área Estadística Combinada de San José-San Francisco-Oakland, cuya población supera los siete millones de habitantes, convirtiéndose en la quinta más poblada de los Estados Unidos según el censo de 2000.
Como la mayoría de las grandes ciudades estadounidenses, San Francisco es una ciudad de mayoría minoritaria, ya que los blancos no hispanos representan menos de la mitad de la población. El American Community Survey estimó que el 45% de la población era de blancos no hispanos. Los asiáticos de cualquier nacionalidad representaban el 31,3%, siendo los chinos por nacimiento o herencia el grupo étnico único más numeroso de la ciudad conformando una quinta parte de la población. Los hispanos de cualquier raza representaban el 14% de la población. Por su parte, los residentes afroamericanos de San Francisco han visto como se ha ido reduciendo su población en la ciudad desde las últimas décadas, ya que han pasado del 13,4% de 1970 a sólo un 7,3% de la población en este censo. Dicho porcentaje de afroamericanos en San Francisco es similar al del Estado de California; por el contrario, el porcentaje de residentes hispanos es menor a la mitad del porcentaje californiano.
Los nativos de San Francisco forman un porcentaje relativamente pequeño de la población de la ciudad: sólo el 37,7% de sus residentes nacieron en California, mientras que el 25,2% nacieron en otro estado del país. Más de un tercio de los habitantes de la ciudad (35,6%) nacieron fuera de los Estados Unidos.
Según la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense, San Francisco tiene el porcentaje más alto de gays y lesbianas de cualquiera de las 50 mayores ciudades estadounidenses, con 15,4%. San Francisco también tiene el mayor porcentaje de hogares formados por parejas del mismo sexo de cualquier condado de Estados Unidos, con el Área de la Bahía teniendo una mayor concentración que cualquier otra área metropolitana.
Los ingresos medios de los hogares de San Francisco fueron de 65.519 dólares -la tercera mejor ciudad del país-. Siguiendo la tendencia nacional, la emigración de familias de clase media está contribuyendo a la ampliación de la disparidad de ingresos y ha dejado a la ciudad con una menor proporción de niños, el 14,5 por ciento, que cualquier otra gran ciudad estadounidense. La tasa de pobreza de la ciudad, del 11,8%, y el porcentaje de familias que viven en la pobreza, el 7,4%, son ambos inferiores a la media nacional. La tasa de desempleo permanece en un 10 %. Las personas sin hogar han sido un problema crónico y polémico de San Francisco desde principios de la década de 1980. Se cree que la ciudad californiana posee el mayor número de personas sin hogar per cápita de todas las principales ciudades estadounidenses. Los índices de violencia y delitos contra la propiedad en San Francisco en el último año reportaron 875 y 4.958 casos por 100.000 habitantes respectivamente. Estos datos son superiores a la media nacional.
Clases de maya para ayudar a migrantes en California, los migrantes hablan la variante yucateca, propia de la península del oriente mexicano
Con libros en la maleta, Patricia Martínez Huchim viaja desde Mérida, en el sur de México, hacia la ciudad estadounidense de San Francisco: es la encargada de dictar allí clases de lengua maya yucateco. “No hay palabra para ‘metro’ en maya, ni para ‘bar’… En Yucatán no hay montañas, a lo máximo unos cerros, no hay ríos sino cenotes… Enseñar maya aquí no es sólo dar vocabulario, es explicar otra realidad”, dice la docente. El destino no fue elegido al azar: desde hace más de dos décadas, San Francisco se ha convertido en el destino preferido de los mayas que migran hacia el norte desde México y Centroamérica. Se calcula que en la llamada Bay Area, la bahía sobre la que está emplazada la ciudad californiana, residen entre 15 y 20 mil latinos que se identifican a sí mismos como mayas.
Y Martínez Huchim, que es antropóloga especializada en lingüística, viene aquí en el marco de un programa que busca transmitir a algunos de ellos la geografía y la cultura de sus ancestros. “Motiva ver cómo los que están fuera del país y sus descendientes quieren seguir practicando la lengua maya y no olvidarse de sus raíces. Incluso atraemos la atención de otros extranjeros: en el curso hubo estadounidenses y un alemán”, señala a BBC Mundo. Pero el proyecto de enseñanza tiene otra misión más urgente: dar conocimientos básicos a trabajadores sociales, médicos, psicólogos y otros expertos para atender las necesidades de muchos de esos migrantes que tienen el maya como primera lengua y no hablan el español.
‘El Diario de Yucatán’ llega desde Mérida hasta un restaurante de dueño coreano, quien vende tamales, mondongo y cochinita pibil
Basta caminar por la llamada Esquina Maya, sobre la calle 16 y en el corazón del barrio Misión, para escuchar los diálogos de los transeúntes en yucateco, cara a cara o por celular. Aquí las casas de envío de remesas tienen los nombres de remotos pueblos del sur de México escritos en sus vidrieras, se consigue ‘El Diario de Yucatán’ llegado mensualmente desde Mérida y hasta un restaurante de dueño coreano vende tamales, mondongo y cochinita pibil. Allí también está la sede de la Asociación Mayab, creada sin fines de lucro por migrantes dedicados a promover la cultura de sus comunidades: es la organización responsable del programa de intérpretes.
“Cuando se trata de situaciones de alto estrés, como ir al médico o ir a testificar o hablar con la policía, aunque la persona tenga un español funcional se siente mejor hablando en su primera lengua, que es el maya. Para eso formamos intérpretes, para ofrecer un servicio a migrantes que lo necesitan”, dice a BBC Mundo Alberto Pérez Rendón, uno de los directivos de Mayab. Varios voluntarios ya han completado las prácticas y están listos para mostrar sus habilidades en hospitales, tribunales y oficinas públicas: son jóvenes trilingües, que pueden traducir del inglés al maya sin “interpretación de relevo” (pasando por el español); algunos hablan incluso más de un dialecto de la treintena que conforma el tronco lingüístico maya.
La mayoría de los migrantes instalados en San Francisco habla la variante yucateca, propia de la península del oriente mexicano, y tienden a dominar mejor el español que otros grupos, como los mayas Mam -del estado de Chiapas y de Guatemala- que son en gran medida monolingües. También ha habido un crecimiento, señalan los locales, de hablantes de dialectos ch’ol, tzeltal y k’iche’. “A aquellos que son monolingües incluso hace falta asistirlos en situaciones más cotidianas, como ir a comprar a una tienda o llenar papeles en una oficina del gobierno”, detalla Pérez Rendón.
“A muchos les da terror tratar con la policía por el idioma, tanto que algunos ni siquiera reportan delitos o incidentes”
Además de entrenar voluntarios, los activistas de la comunidad han dedicado esfuerzos para que las autoridades locales contraten traductores fijos en lugares clave, como los centros de salud y hospitales cercanos. “Los sistemas establecidos no reconocen que hay migrantes (latinos) que hablan otra lengua que no es el español. Hay una percepción de que todos son mexicanos y todos hablan español. Y si por la calle escuchan una lengua rara piensan que se trata de alguna lengua asiática, que son filipinos y ya”, dice Juanita Quintero Nieves. La mujer, nacida en México hace 65 años, trabaja como promotora de salud comunitaria y ha practicado la militancia en los 43 años que lleva como inmigrante en Estados Unidos. “A muchos por ejemplo les da terror tratar con la policía justamente por esa barrera de comprensión, tanto que algunos ni siquiera reportan delitos o incidentes”, continúa Quintero, que fue una de las primeras mujeres mayas en poblar el barrio Misión, allá por 1969.
Sin embargo, a su hijo no le transmitió las tradiciones de sus antepasados y ha sido a través de su nieta -una de las participantes en las clases de idioma de la Asociación Mayab- que Juanita volvió a tomar contacto con sus orígenes. “Estos niños oyen a sus papás y a sus abuelos hablar maya pero ellos no lo hablan, y ahora se encuentran con compañeros de su misma edad intentando hablar su lengua aborigen y sin nadie que se ría de ellos… Eso da un sentido de identidad más fuerte”, opina Quintero. Parte del mérito, dicen aquí, lo tiene la profesora Martínez Huchim. “Nos enseñó sobre los glifos del maya antiguo y cómo escribir, los chicos al final hicieron sus nombres en jeroglíficos, traduciendo desde el español y el inglés”, dice Raúl Pacheco a BBC Mundo, mientras señala una tela colgada en la pared con figuras de colores vivos y una leyenda: “Mayas unidos”.
A Pacheco lo trajeron sus padres a los cinco años y hoy tiene 26: vive la experiencia de ser “de dos lugares a la vez”, educado en Estados Unidos pero nacido en Oxkutzcab, de donde proviene la mitad de los mayas yucatecos asentados en la bahía de San Francisco. En la Asociación ven su potencial para “tender puentes” entre las tradiciones indígenas que quieren preservar y la cultura estadounidense que deben asimilar. Es, también, uno de los intérpretes preparados para ayudar.
“Muchos no se olvidan de que los mismos que acá son hispanos (no indígenas) son los que allá en nuestros países nos discriminaron”
Lejos de las interpretaciones apocalípticas, el 21 de diciembre del 2012 lo pasaron los migrantes en celebraciones por la “apertura al 13 B’aqtun”, como se llama al nuevo ciclo del calendario maya. Hicieron foros comunitarios y ofrendas, así como en ocasiones anteriores tomaron las calles para desfilar con sus vestidos tradicionales, los hipiles bordados o los más festivos ternos. En el barrio también dictan lecciones de jarana, un baile típico, y reparten material bilingüe con instrucciones básicas, tales como qué hacer ante una requisa policial. Un 74% de los mayas residentes es considerado “emigrado económico”, según un estudio de 2008. Luego, la violencia en la región mesoamericana ha expulsado a otros, llegados más recientemente.
Y aunque no necesariamente lo reconocen como un factor decisorio para escapar, la mayoría dice haber padecido discriminación dentro de sus países: tal vez por eso le rehuyen a la genérica etiqueta de “latinos”, que iguala a todos los provenientes del sur de la frontera mexicano-estadounidense. “Muchos no se olvidan de que los mismos que acá son hispanos (no indígenas) son los que allá en nuestros países nos discriminaron, a nosotros en tanto pueblos indígenas. Ahora y aquí somos todos inmigrantes y eso nos pone en situación de igualdad… Sí, somos latinos, pero ante todo somos mayas”, concluye Pérez Rendón, que no aprendió la lengua aborigen en México sino en Estados Unidos porque su familia no se la enseñó “y siempre sentí que algo se cortó con mi gente por eso”. De allí su programa de ayuda para los mayahablantes…
El ‘idilio’ de Yucatán y San Francisco, a casi 5.000 kilómetros, la ciudad californiana y su bahía, una miniatura del Mar Caribe, es el destino preferido de muchos migrantes de Oxkutzcab, hinchas de ‘Los Gigantes’.