El cerebro tiene un funcionamiento fisiológico característico, pero es la conciencia del ser humano, con toda su complejidad, la que regula ese funcionamiento. ¿Nos controla? Desde luego que no.
Hemos leído un artículo más, esta vez en el diario ABC, en el que se habla del cerebro como si fuese el órgano que decide sobre nuestro comportamiento. En el estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad John Hopkins en Baltimore (EEUU), se dice literalmente que «nuestro cerebro está programado para centrar su atención en las experiencias que le resultaron gratificantes y ‘nos recompensa’ con descargas de dopamina cuando recaemos en la tentación». Esto es una falacia que fomenta la confusión.
Estudios y… estudios
Asistimos con curiosidad al actual auge de las neurociencias, en las que van apareciendo numerosos nuevos descubrimientos, y si bien muchos de ellos son muy interesantes, las conclusiones a las que llegan algunos investigadores a partir de sus estudios son muy poco acertadas y, a veces, ridículas.
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Es cierto que las asociaciones que se hacen en la vida cotidiana, ciertos aprendizajes, pueden hacer surgir reacciones automáticas. Es cierto que estas reacciones automáticas tienen una base fisiológica cerebral. Pero es un error grave describir el cerebro como si fuera un órgano que produce reacciones a las que el ser humano está sometido, como si fuera un ordenador que dirige al ser humano.
El aprendizaje es la clave
Es el propio ser humano el que «programa» y «desprograma» su cerebro, muchas veces inconscientemente, en función del aprendizaje que va realizando en su vida. Es el aprendizaje, en su más amplio sentido (no nos referimos a memorizar, ni a la fuerza de voluntad), el que condiciona la propia estructura y el funcionamiento del cerebro.
Es el aprendizaje el que puede solucionar un conflicto psicológico, el que modificará el funcionamiento del cerebro, incluido el aumento de la segregación de dopamina, por ejemplo.
El cerebro, con su compleja estructura y funcionamiento, no deja de ser el soporte físico en el que la conciencia se apoya para manifestarse, para expresarse y aprender, para continuar con su evolución.
No somos robots biológicos
Piénselo despacio. La complejidad del ser humano, sus alegrías, contradicciones, capacidad de reír y llorar, de empatizar con otros seres humanos, de mostrar afecto y compasión, de preguntarse quién es; la capacidad de aprender y comprender la vida, sus errores y sus aciertos, la sabiduría y el discernimiento, la capacidad de percibir la parte trascendente de la vida… Todo esto no puede atribuirse al cerebro. Igual que no hacemos responsables de caminar a las piernas, aunque sean necesarias para hacerlo.
Sobre la existencia de la conciencia, es un asunto que difícilmente se puede someter al método científico, pues la conciencia no se puede escanear. Pero, en realidad, no es difícil darse cuenta de que existe independiente del cuerpo físico, sólo se requiere examinar el tema sin prejuicios (ni religiosos ni ideológicos), con una mente científica, con curiosidad.
Fuente: huffington post