El circo estadounidense, quien suspendió una gira por México por no poder traer a sus elefantes, pudiera no descartar el fichaje del “candidato republicano”, un gran mamífero donde se encarnan el aura de empresario de éxito de Silvio Berlusconi, los tonos xenófobos de Jean-Marie Le Pen y el chovinismo de Vladími Putin, resumiendo, un Jesús Gil de la “Transición Democrática” española…
El circo estadounidense Ringling Bros canceló semanas atrás las funciones que tenía programadas en México y anunció que no viajará al país en 2015 debido a la prohibición del uso de animales en los espectáculos circenses aprobada por las autoridades. “Pese al esfuerzo realizado para explicarle el gobierno la manera en que cuidamos a los animales, han tomado la decisión de prohibir las funciones”, dijo a “The Associated Press” Stephen Payne, portavoz del mayor espectáculo del mundo. No quieren broncas con el Partido Verde de México.
Explicó que se comunicaron con el gobierno de Peña Nieto para informarles sobre sus estándares en el cuidado de los animales y sus actividades de apoyo a los mismos. “Un porcentaje de los boletos va a asociaciones de defensa de los animales y conservacionistas”, afirmó. Pero “han preferido apoyarse en la distorsión generadas por los grupos animalistas que en realidad no hacen nada para salvar a las especies en peligro. En un país donde las corridas de toros, que terminan con la muerte del animal tras una larga sesión de estocadas con lanzas y espadas, son legales y no ha habido ningún debate sobre su prohibición”.
Un Stephen Payne más conciliador ha anunciado hace unos días que Ringling Bros dejará de utilizar los elefantes y regresará a nuestro país. En las redes sociales, algún que otro “conspiranoico” no descarta que el protagonista mediático de la canícula del 2015, el candidato republicano a suceder al demócrata Barack Obama, Donald Trump, sea la nueva atracción alternativa de Ringling Bros, un esperpéntico elefante del escritor gallego Ramón María del Valle Inclán, que nada tiene que ver con un animal inteligente, pero dócil y fácil de someter.
Donald Trump no ha propuesto nada que no haya defendido antes el Partido Republicano. Desde completar la valla que dibuja la frontera con México (3,145 km.) hasta revocar la 14 Enmienda de la Constitución. Esta idea, respaldada por algunos políticos extremistas de Texas, pretendía retirar la ciudadanía a los niños “ancla”, nacidos en EU de padres indocumentados. Y todas ellas cuentan con respaldo entre un significativo grupo de votantes conservadores que aún defiende que la inmigración perjudica a los trabajadores estadounidenses.
Trump es la última expresión del populismo conservador en EU, pero a diferencia del Tea Party, el movimiento que articuló la oposición más dura a Obama, sus contornos ideológicos son difusos. Mezcla el aura de empresario de éxito del italiano Berlusconi “¿Julio César o Nerón?” con los tonos xenófobos del francés Le Pen y el chovinismo del “exsoviético” Putin. En España nos recuerda Donald al gordo de Jesús Gil, quien fuera alcalde de la turística ciudad de Marbella y presidente del Atlético de Madrid. Nadie sabe si el candidato del partido del elefante será una burbuja veraniega. No sería la primera vez. Pero hasta ahora los vaticinios sobre su hundimiento no se han cumplido.
El planteamiento de Trump apela a la base más conservadora del Partido Republicano. Su iniciativa responde a la necesidad de movilizar a estos votantes para hacerse con la victoria en las primarias republicanas. Ningún candidato puede aspirar a ganar en unas elecciones generales con ideas contrarias a un sector tan importante del electorado como los hispanos, pero Donald, favorito actual en los sondeos, lidera también las encuestas republicanas en materia de inmigración. Si sus propuestas contra los inmigrantes vuelven a calar entre el sector más conservador, el Partido Republicano pueden despedirse del electorado hispano hasta la próxima generación de votantes.
Mediante un conjuro mágico, Donald Trump ha devuelto a la vida todas las ideas políticas que creíamos muertas y enterradas. Ha resucitado la patanería confederada declarando que los inmigrantes mexicanos son en su mayoría delincuentes y violadores. Ha recuperado la prepotencia americana de los años setenta al asegurar que obligará al propio gobierno mexicano a pagar un muro para mantener a sus paisanos en su sitio. Incluso ha retuiteado un chiste que sintetiza todo el machismo cavernario en menos de 140 caracteres: “Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido, ¿qué te hace pensar que puede satisfacer a América?”. Imagínense un mundo en el que Donald Trump fuera presidente de los EU.