Uno a uno, el gobierno de México ha ido cazando en los últimos años a los más emblemáticos capos de la droga dando paso a una era muy diferente a la de «los viejos tiempos» del narcotráfico, estiman expertos.
Personalidades del crimen con apodos como el Chapo, la Tuta, Z-40, el H y el Viceroy, fueron cayendo en las manos de las autoridades desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia en diciembre de 2012.
El miércoles, el líder del cártel de Los Zetas, Omar Treviño Z-42, fuecapturado en un suburbio de Monterrey, al noreste México.
Cinco días antes cayó Servando Gómez la Tuta, el último jefe visible deLos Caballeros Templarios en Michoacán, al occidente mexicano.
Los cárteles del Golfo, de Juárez, de los Arellano Félix y de los Beltrán Leyva también han sufrido la muerte o detención de sus líderes.
De los 122 «objetivos prioritarios» del gobierno de Enrique Peña Nieto, 90 han sido neutralizados, según las autoridades. Muchos de ellos son acusados de atizar las guerras entre cárteles por el control de las rutas de tráfico de droga al vecino Estados Unidos, que han generado gran parte de los más de 100,000 asesinatos y desapariciones cometidos en el país desde 2006.
Pero para frenar esta violencia se necesita derrumbar todos los niveles de los cárteles y no sólo las cabezas, asegura el exfiscal antidrogas Samuel González.
«Como en toda organización, los procesos de recambio se dan de manera acelerada cuando cae un capo», afirma el experto, al subrayar que «lo importante» es que los criminales no puedan hacerse con el poder del territorio y los mercados.
Últimos «viejos» capos
La decapitación de los cárteles no ha significado la victoria del gobierno porque muchas veces también derivan en escisiones más despiadadas que encuentran su financiación en otros crímenes contra la población como el secuestro y la extorsión.
El único cártel que parece haber escapado a esta dinámica es el de Sinaloa, considerado el más poderoso, pese a la captura en 2014 de su jefe supremo Joaquín el Chapo Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo.
Si se le compara a una empresa multinacional, capaz de cambiar sutilmente de jefes, su nuevo director ejecutivo sería Ismael el MayoZambada, de 67 años.
«La única organización que sigue funcionando con gran potencia es el cártel de Sinaloa y la razón es que, tras la captura de el Chapo, el sucesor fue Zambada», dijo Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, la agencia antidrogas estadounidense.
Zambada «es el único capo de los viejos tiempos que queda. Es altamente respetado (al interior del grupo) y, francamente, es la goma que mantiene cohesionado al cártel de Sinaloa», describió.
El otro gran veterano del narcotráfico mexicano es Juan José Esparragoza el Azul, también del cártel de Sinaloa, de quien se ha rumoreado su muerte. Un agente de seguridad estadounidense reconoció que no se sabe si está «vivo o muerto».
En contraste, el relevo de mando en Los Zetas es mucho menos pacífico.
Omar Treviño nunca pudo ejercer el control absoluto tras el arresto en 2013 de su hermano Miguel Ángel Treviño Morales Z-40, debido a «su perfil extremadamente violento», aseguró el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, que prevé un posible surgimiento de guerras intestinas por el poder.
Este tipo de pugnas también se produjeron en el Cártel del Golfo -exaliado y ahora enemigo de Los Zetas-, causando este año un repunte de las balaceras en la comercial frontera noreste con Estados unidos.
«Lo que pasa muchas veces con estas organizaciones criminales, cuando anulan la cabeza, es que es el jefe de sicarios o el que administra el negocio los que se hacen cargo de la organización», apunta Javier Oliva, experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sombríos sucesores
El Cártel de Juárez, cuyo enfrentamiento con el de Sinaloa convirtió a Ciudad Juárez en el epicentro de la violencia, fue debilitado tras la captura en 2014 de Vicente Carrillo Fuentes, el Viceroy.
El gobierno ha identificado a Juan Pablo Ledezma como el «segundo en importancia» del grupo después de Carrillo Fuentes.
Otro cártel que perdió su esplendor es el de la familia Arellano Félix tras la detención en 2014 de Fernando Sánchez Arellano.
Su madre, Enedina, es considerada la gestora financiera de este grupo de Tijuana.
«Ella no es una gran cabeza, no lo creo. Sigue teniendo control, pero de una organización pequeña», indica el exfiscal González.
Nemesio Oseguera Cervantes el Mencho, jefe del pujante cártel Jalisco Nueva Generación, es otra de las principales figuras criminales que siguen en las sombras.
(fuente CNN México)