La presencia de comida con alto contenido calórico en las tiendas del país ha ganado terreno en todas las entidades del país, con una estrategia “avasalladora”, lo que hace que los consumidores mexicanos encuentren cada vez más difícil tener acceso a productos saludables, apuntaron organizaciones civiles de la salud alimentaria.
“Sí, es verdad que hay zonas donde no hay acceso a fruta y verduras. Y en otras, donde sí hay, pero hay que caminar dos o cuatro veces más para llegar ahí y conseguir la comida”, explica el director de El Poder del Consumidor, Alejandro Calvillo Unna, en entrevista.
Son alimentos de alta densidad calórica los que aumentan el riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad, dos padecimientos que abarcan al 70 por ciento de los mexicanos, la tasa más alta dentro de las naciones.
Datos oficiales del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) de este año revelan que del 515 mil locales e instalaciones donde se venden alimentos, el 60 por ciento comercia con productos de alta densidad calórica.
“Vas a cualquier tienda de la esquina, o cualquiera de conveniencia y, al final de cuentas, son tiendas de obesidad y de mala alimentación; ahí es muy difícil que alguien encuentre algo saludable”, dice el director de la organización civil ContraPeso, Luis Encarnación Cruz.
Estas cifras oficiales reveladas por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) demuestran que la entidad que donde existe mayor número de tiendas que venden de comida chatarra por habitante es Colima, donde hay 422 de estas locaciones, por cada 100 mil habitantes.
Sin embargo, este mal es generalizado, a Colima le sigue Morelos, Nayarit y Campeche. Mientras que por el otro lado, entre las menos afectadas bajo este indicador están Baja California y Sonora.
Por su parte, Cruz enfatizó que las calorías que gran parte de los alimentos con alta densidad calórica también conllevan otros riesgos, por lo que el daño que representan es aun más grave.
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“La mayoría de estos productos tienen un alto contenido calórico, pero más allá del tema calórico, es el alto contenido de grasas saturadas, de grasas trans, de sodio , de azúcares, que en realidad eso tiene un impacto negativo en al salud, más allá de consumir más calorías, pero también son todos los otros ingredientes”.
Aparte del tema de la accesibilidad, EPC enfatizó que un mito generalizado dentro de la población ha sido que los alimentos chatarra son más baratos que los sanos.
“En México en muchas circunstancias no es cierto. Cuando tu comparas el precio de una Coca-Cola de 2.5 litros anda por los 23 pesos. Mientras que el agua en nivel de barrio vale 10 pesos. En dos litros le puedes poner varios limones. Sale a la mitad de precio hacer un agua de limón que hacer una Coca-Cola, y no tienes la vitamina C”, dijo Calvillo.
“Otro caso es el de las botanas. Cuánto cuestan 30 gramos de papitas y, en cambio, cuánto cuesta un kilo de jícama, quizás 10 pesos, un kilo de zanahoria tal vez en 16. Te llevas dos kilos y eso te va salir en la mitad que las bolsas grandes de papas y chicharrones”, agrega.
Los expertos coincidieron en que hace falta que el Gobierno refuerce las medidas fiscales sobre esta clase de alimentos y refrescos.
De acuerdo al Servicio de Administración Tributaria (SAT) se grava con un 8 por ciento los alimentos no básicos que aportan 275 kilocalorías o más por cada 100 gramos.
“Son alimentos no básicos con alta densidad calórica: las frituras, los productos de confitería, los derivados del cacao, los flanes y pudines, los dulces de frutas y hortalizas, las cremas de cacahuate y avellanas, los dulces de leche, los alimentos preparados a base de cereales y los helados, nieves y paletas de hielo”, enfatiza el portal del SAT.
Si bien estas medidas entraron en vigor con la reforma fiscal del 2014, los consultados coincidieron en que el Gobierno ha sido cómplice de la proliferación de tiendas que venden comida chatarra por entregarles incentivos fiscales que hacen falta para la comida sana.
“Estos lugares, como los Oxxos, donde el 90 por ciento de productos son chatarra, cuentan con régimen de consolidación fiscal, donde se promueve que la empresa lo pueda deducir de impuestos, la inversión que realiza”, continúa Calvillo.
El activista explicó que previo al impuesto, que grava el 10 por ciento de los refrescos, la industria de bebidas azucaradas enfatizó que se perderían empleos, acusación que no se comprobó a casi dos años de su aprobación. Sin embargo, “la empresa Femsa puede deducir de impuestos la inversión que está haciendo a través de un régimen de consolidación fiscal. Es perverso”.
De acuerdo con un estudio del centro internacional Global Reserch, desde hace varios años este tipo de cadenas, en su mayoría trasnacionales como es el caso de la estadounidense 7-Eleven, junto con las compañías de alimentos, para acercarse a sus consumidores potenciales, están “infiltrando”, inundando y haciéndose cargo de los canales de distribución de alimentos tradicionales, y los están sustituyendo con comida chatarra procesado, a precios accesibles.
Lo anterior, se logra además, a menudo con el apoyo directo de los gobiernos, explica en un documento: “El caso de México ofrece un panorama sombrío y espantoso de las consecuencias para las personas”, dice el estudio “Libre Comercio y la epidemia de la comida basura en México”, de Global Research publicado en marzo pasado, en el cual alerta que los mexicanos no sólo están luchando para pagar lo suficiente para comer sino que los alimentos que consumen les están haciendo daño.
La investigadora Corinna Hawkes, explica en el estudio de Global Research, que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte dio paso a un crecimiento “explosivo” de cadenas de supermercados, tiendas de descuento y tiendas de conveniencia, “de menos de 700 a 3 mil 850 en 1997, y a 5 mil 729 en el año 2004″.
Fuente: Sin embargo