Una no sabe ni por dónde comenzar para enlistar lo problemático que resulta una figura como la de Roberto Palazuelos: mirrey, pro narco, clasista, misógino, xenofóbico, racista, narcisista, displicente.
Sin embargo, lo verdaderamente escandaloso —para nada sorprendente—, es que Movimiento Ciudadano haya encontrado en él su única carta para darle cara a los problemas de inseguridad, violencia contra las mujeres, despojos, y abandono de las autoridades, que enfrenta Quintana Roo.
MC se inclinó por la viva personificación de todos los males mexicanos: corrupción, discriminación, machismo y desigualdad, para enfrentar a esos mismos males, en el estado caribeño. No es la primera vez ni será la última que un personaje del espectáculo salta a la arena política, con el legítimo derecho de cualquier otro ciudadano.
Colocar a un candidato en la opinión pública lleva tiempo y dinero, pero los famosos resultan en una inversión muy atractiva y rápida porque ya están instalados.
Tampoco se trata de una práctica exclusiva de una cierta tendencia ideológica, sino mire no más a Lilly Téllez o a Cuauhtémoc Blanco. No nos hagamos los sorprendidos.
Apostar por una política hecha desde el dramón y la fama, aunque, poco serio y hasta vulgar, es redituable.
Con la vida privada de nuestros políticos expuesta, humanizamos al personaje, nos sentimos cerca, hacemos propias sus aspiraciones.
Ya no importa que el simulacro político del que Palazuelos es parte, siga contribuyendo al deterioro de la democracia.
Su candidatura tocará los corazones de quienes sienten que la corrupción para beneficio propio es menos mala; que las mujeres son seres inferiores, que los pobres son pobres porque quieren; que quienes reclaman son unos acomplejados; y que quien le echa ganas, puede.
Al final, todos, —no todas— tienen la posibilidad de tener un avión privado, un ferrari y beber champagne en cantidades industriales.
Dice Lidia Rojas, líder de MC en Quintana Roo, que en su partido no lo buscaron “por su fama, sino porque puede impulsar la lucha de las mujeres, del medio ambiente” (léalo sin reírse).
También dice Jorge Álvarez Máynez, coordinador del Grupo Parlamentario de ese partido en la Cámara de Diputados, que hay que darle el beneficio de la duda y que el personaje de Palazuelos, como lo conocemos, se trata de uno construido, pero que en el fondo está con las causas justas que defiende su partido: inclusión, defensa del medio ambiente, derechos de las mujeres, igualdad y libertad. Además, que ninguno como él, tiene tantas ganas de ser gobernador. Eso se lo creemos.
“Dudo que un niño sea más feliz en un hogar gay que en un orfanato”, “Si una mujer no cree en Dios, lo primero que le digo es órale, nada más te voy a coger y te vas”, son algunas de las declaraciones, dicen, del personaje construido.
Nos toca esperar al político serio y comprometido con su pueblo que saldrá de esta campaña. Que así como Víctor Trujillo, su personaje misógino y sexista en televisión nacional por décadas, el payaso Brozo, no pasa de la parodia y el humor negro.
Lo cierto es que Movimiento Naranja encontró un candidato a la medida de sus posibilidades: naranja como su logo y construido a modo.
Después de exponer bebés por likes, veamos que nos trae este disruptivo partido y su afán de hacer de cualquier reality un relato político.
Fuente: Milenio