Cancún vivió ayer una jornada de mucha lluvia y poco sol tras el paso de la tormenta tropical Franklin por el sur de Quintana Roo, que dejó a las playas con muy pocos visitantes.
Este fenómeno natural, que no impactó en las costas del norte del estado, fue suficiente para crear más escarpes y desniveles a lo largo de la playa, además de traer consigo una importante cantidad de sargazo.
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El día de ayer las playas se mantuvieron con banderas rojas, que advertían al público en general sobre el riesgo de sumergirse en las aguas del Caribe, ya que las corrientes marinas eran aún peligrosas.
Los turistas, tanto extranjeros como nacionales, se mantuvieron al margen de la costa contemplando el azul turquesa del mar junto con el gris del cielo, que se fusionaba en el horizonte.
Antes de ver el mar bravo que mantenía un gran oleaje, al pasar por la entrada pública de la playa se creaba un canal de aire que alborotaba el cabello de las mujeres y volaban los sombreros que trían los hombres.
El paso de Franklin dejó como regalo montones de sargazo, el cual era removido a marchas forzadas por tractores del municipio que iban y venían jalando el alga marina varada.
Lo salvavidas se mantenían arriba de sus torres para tener mejor panorama de los alrededores, a pesar de que sus lentes se llenaban constantemente de arena; hacían sonar el silbato en sus labios cada vez que un aventurado quería ingresar al mar.
“El mar parece no estar tan fuerte, pero lo que muchas veces no se ve son las corrientes que andan debajo del agua, que en una de esas te puede jalar y descontrolar”, comentó uno de los guardianes.
A lo lejos, un tronco con forma de serpiente se arrastraba por la orilla de la playa, las olas lo ayudaban a salir del agua como si fuese un náufrago que estuvo durante meses recorriendo los mares hasta tocar tierra firme.
“Había visto que llegaran troncos pequeños, pero nunca uno tan grande”, aseguró el salvavidas.
Los turistas se acercaban a ver el espectáculo natural del mar y el cielo, tomándose fotos, grabando vídeos o simplemente apreciando la postal.
José y su familia aterrizaron el pasado fin de semana en Cancún y nunca esperaron que sus vacaciones fuesen salpicadas por la lluvia y los vientos de una tormenta tropical.
“Pues gracias a Dios no pasó a mayores, mi esposa sí tenía el pendiente de que se formara un huracán, pero mire, todo está bien”, dijo mientras se tomaba una cerveza sentado en uno de los escarpes.
FUENTE: LUCES DEL SIGLO